Estamos esperando…
¡Un niño!
¡No puedo estar más feliz con esta noticia y estoy encantada de poder compartirla!
Una de las incertidumbres más grandes y que esperas saber con más ilusión cuando estás embarazada es, sin duda, el sexo del bebé. Según me dijo mi ginecóloga, esto puede saberse a partir de la semana 20 en adelante.
No obstante, tengo que decir que hemos sabido el sexo del bebé mucho antes de la semana 20 ¿Por qué? La razón es que decidimos hacer la prueba del ADN fetal o también llamada prueba de cfDNA. En realidad, saber el sexo del bebé a través de esta prueba es lo de menos, a continuación, os cuento un poco más a cerca de esta prueba y veréis el porqué:
¿En qué consiste la prueba del ADN fetal?
Esta prueba es un análisis de sangre que puede realizarse hasta la semana 12. Se realiza para descartar posibles alteraciones en los cromosomas, que son las células que contienen los genes, los cuales contienen información que determina rasgos como la estatura o el color de los ojos.
Normalmente, esta prueba viene recomendada por el ginecólogo a aquellas parejas que tengan antecedentes muy cercanos de trisomía 21 u otras alteraciones similares. Si este es tu caso y por lo tanto existen riesgos de que algo así se pueda volver a producir normalmente la prueba la cubre la seguridad social. En caso de no existir este riego y aun así querer hacer la prueba (ese es nuestro caso) entonces debes pagar la prueba de tu bolsillo. La gran desventaja es que no es una prueba barata, pero te da cierta tranquilidad saber que el embarazo va bien y que el feto no tiene alteraciones en sus cromosomas. Esta es una alternativa que no implica riesgos, a diferencia de la miocentesis, mucho más dolorosa y agresiva.
Lo que sentí:
Desde que supe que estaba embarazada no tuve esa sensación o intuición que tienen muchas futuras mamás con respecto al sexo del bebé, solo sabía que deseaba tener una niña. Quizá esa inclinación hizo que la mayoría de las personas de mi entorno (con muy pocas excepciones) tuvieran la absoluta certeza de que trataba de una niña… ¡Y todos ellos fallaron!
En cuanto supimos que se trataba de un niño, mi marido lloró de alegría porque, aunque no lo dijera en voz alta, en su interior deseaba un niño con todas sus fuerzas. Yo en cambio me quedé estupefacta porque de verdad creía que se trataba de una niña. Sin embargo, al día siguiente estaba inmensamente feliz, no dejaba de pensar en cómo seria él, como se llamaría, de que color serian sus ojos….
¡Y así sigo hoy, como en una nube de felicidad y deseando verle la carita y que todo vaya bien!
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