La llegada al mundo de nuestro bebé
Después de contaros mi experiencia durante cada uno de los tres trimestres de mi embarazo, el momento culminante ha llegado: ¡El nacimiento del bebé!
De forma breve, me gustaría compartir con vosotros como viví esta gran experiencia. He tardado unos cuantos días en ponerme a escribir, entre los efectos del postparto y el cansancio acumulado de las últimas dos semanas no he sido capaz hasta ahora…
Cada vez que he leído alguna historia de nacimiento, (y he leído unas cuantas) estas no han tenido nada que ver las unas con las otras, todas son diferentes. Ningún parto es perfecto. Lo que yo viví fue algo único, con sus momentos buenos y sus momentos malos. Todo empezó el 11 de noviembre a las 4 y media de la madrugada, estaba durmiendo cuando empecé a notar unas sensaciones extrañas, lo curioso es que pensé: “Qué raro, pero quizá no es nada, aun quedan 3 días para salir de cuentas…”. Se trataba de unas pequeñas molestias que iban y venían. Lo que me alarmó de verdad fue que cada vez esas molestias eran más intensas y seguían y seguían. En ese momento no hubo duda, el nacimiento estaba cerca.
Estuve todo el día soportando las contracciones, que, con el paso de las horas, eran cada vez más fuertes y menos soportables. Es curioso porque hacía poco había estado leyendo varios artículos en internet sobre el dolor de las contracciones, y como las definían las mujeres.
Obviamente el umbral del dolor de cada persona es diferente ¡y las descripciones de esas mujeres eran tan diferentes entre sí! Lo cierto es que, en conjunto, para mí, rozaron lo insoportable, pero al final, todo se soporta.
Ya bien entrada la tarde, sin haber roto aguas, pero con contracciones muy fuertes, acudimos al hospital. Como no estaba lo suficientemente dilatada volvimos a casa. Me di un baño caliente que me alivió un poco, pero no demasiado, así que al terminar volvimos al hospital, esta vez para quedarnos. Una vez puesta la anestesia disfruté de unas cuantas horas de alivio y descanso. Fueron las mejores horas de todo el proceso de parto, pude respirar y relajarme. Cuando al fin llegué a la fase de empuje, y aun habiendo descansado durante unas horas, sentí que estaba agotada. Esta fase fue extraordinariamente larga por lo que quedé exhausta, estaba tremendamente cansada tanto física como mentalmente. La causa de que esta fase fuera tan larga fue porque la cabeza del bebé estaba ligeramente ladeada, apenas unos pocos centímetros, lo que complicaba un poco el proceso. Después de una episiotomía y la ayuda de una ventosa llegó el momento mágico: cuando pusieron al bebé en mis brazos. En ese momento se paró el tiempo, todo lo que pasé durante las 30 horas anteriores se borró de mi mente automáticamente, en ese instante solo estábamos él y yo. El sentimiento fue indescriptible, ese bebé era lo más bonito que había visto en toda mi vida y todos los momentos que felicidad que había vivido en mi vida se quedaban cortos comparados con aquello.
Una parte clave de todo el proceso es el gran apoyo de mi marido, creo que sin él no lo hubiera logrado. Cuando el bebé hubo nacido lloramos de felicidad y nos abrazamos, por fin todo había acabado y teníamos a nuestro bebé en brazos.
Pasamos un día más en el hospital y finalmente nos dieron el alta. En el siguiente post os contaré como estoy llevando el postparto. Espero que mi experiencia os resuelva algunas dudas a las que estéis a punto de ser madres. No tengáis miedo a afrontar el parto. No es algo fácil, pero os aseguro que lo que viene después es lo más maravilloso que vais a vivir en toda vuestra vida.
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